Miedo
Se detuvo, se sintió amenazada.
Intentó escuchar, los sonidos parecían alejarse.
Apretó el bolso y pensó que si lo utilizaba con fuerza quizá podría defenderse.
Calculó rápidamente lo que contenía: la libreta, la billetera, la cajita con tarjetas, el paquete con chicles, el móvil y el monedero.
El peine y el espejito se romperían, también el teléfono.
Un coche pasó rápidamente, con la música a todo volumen.
Volvió a caminar y su ritmo se hizo cada vez más rápido.
Algo le tocó la pierna por detrás.
Saltó y corrió sin aliento.
Al llegar a la esquina, volvió a detenerse.
Al mirar hacia atrás sólo vio un pequeño gato maullando sin parar.
1 comentario
Dilaca -
El andar por las ciudades modernas, donde la inseguridad acecha en cada paso que damos nos vuelve alertas en extremos, tanto que el simple y delicado roce de un felino, dispara enormes cargas de adrenalina.Tal como en tu relato. Muy bueno.